Mucho antes de que existieran, lo que hoy en día conocemos como la noche de difuntos o Halloween, los pueblos celtas celebraban el Samaín, el fin de un periodo, el verano, y el paso al invierno. En esa noche, esos pueblos celtas pensaban que la frontera entre el mundo de los vivos y de los muertos desaparecía, pudiendo los espíritus regresar al mundo de los vivos.
Nuestra propuesta quiere mantener ese espíritu mágico que tiene el Samaín y para ello utilizaremos dos recursos, arte gráfico y teatro de sombras, a través de marionetas de palo realizadas con planchas de linóleo.